¡Welcome to Hosu Shipper Blog!

Como se darán cuenta he cambiado el URL ;)
Y el Blog ahora será únicamente para los fanfics, lo demás irá a la página de Facebook
https://www.facebook.com/HosuShipperBlog

En la sección [Fanfiction] arreglé la mayoría, pero aún me faltan estos:

Beautiful Dirty Rich
Cuando el Sakura Florezca
Fairies and What!?!
Love is a Force of Nature
Lust Caution
Scut Hamsters
The Reunion
The Year Without Santa

Los fics están, sólo que les costará ubicarlos.

22 ene 2013

ME PERTENECES

Título: Me perteneces
Pareja: HoSu
Género: Drama, Angst, Lemon
Estado: OneShot
Advertencia: Palabras obscenas, Agresión, Violencia, Muerte de personajes.
Sinopsis: Jung Yunho es el típico playboy que tiene todo lo que desea en su vida, dinero, belleza y fama entre la jet set coreana. Pero cierto día Kim Junsu entra en su vida cambiando por completo lo que él consideraba una vida idílica. No contaba enamorarse ni a lo que aquello podría llevar: Los celos.
*****

Mi vida estaba planeada para ser perfecta, lo tenía todo, dinero, belleza y reconocimiento entre la alta sociedad coreana. Como parte de la jet set, me codeaba con todos los famosos y gente importante con los que mi amante tenía relación. Todos y cada uno sabían que estaba con ella por dinero, como cualquier playboy que quería dar el braguetazo de su vida, conquisté a una de las mujeres más codiciadas de todo el país. La señora Kim SoHee de 65 años, formaba parte del grupo de "viudas negras" más importantes y con más ingresos de toda Asia, que había mandado a todos y cada uno de sus maridos a la tumba sin tocar un sólo won del monopolio de telefonía herencia de su familia.

Empezar con el comienzo de como la conquisté sería contar los esfuerzos por llevarme al huerto a una facilona deseosa de atención. Lo interesante es contar cómo él destrozó mi vida, mi idílica vida que tanto había planeado desde el momento en que todas las atenciones por mi apariencia se posaron sobre mí.

Como cada semana, mi amante y yo nos dirigimos a una de esas tantas fiestas frívolas donde nos reuníamos con todos los lameculos que tenía como amigos. Todos los que pasaban por nuestro lado siempre la saludaban llenándola de cumplidos donde se veían sus lamentables propósitos saliendo por sus lenguas viperinas. Aquellas fiestas llenas de brillantes diamantes, riqueza, silicona, liftings y botox me aburrían lo máximo, pero era mi deber aguantar todo aquello; al inicio de convertirme en un playboy me costara disimular pero con el paso de los años mis expresiones faciales y mi lenguaje corporal se habían habituado a fingir mostrando una faceta no muy concurrida entre aquella gentuza, quedando como aquel chico amable y bien parecido que llenaba de belleza por donde pasaba.

Pero aquella noche de viernes, un antiguo amigo de SoHee que había regresado a la ciudad, haría posteriormente su aparición en aquella fiesta, atrayendo consigo la atención de todos por tener un acompañante digno de ser mi competencia por la belleza que poseía.

Los cuchicheos de la gente habían hecho que pusiera la antena y mi interés por aquel joven había crecido con cada momento. ¿Quien sería aquel chico que tanto había maravillado a la gente? ¿De verdad tenía una belleza tan llamativa que quitaba el aliento a cada uno que posaba su mirada en él? No podía esperar a verlo.

Mientras estaba SoHee de cháchara como siempre con sus jurásicos amigos, yo bebía mi copa y buscaba con mis ojos impaciente por aquella belleza que había cautivado a uno de los solteros de oro de Corea. Me fascinaba cómo alguien había conseguido cautivar a aquel hombre tan extraño. Desde que mi adinerada y anciana amante me lo había presentado, siempre tenía las mismas impresiones cada vez que lo veía; desagradable, mezquino y aborrecible.

¿Quien había enternecido a aquel lobo viejo convirtiéndolo en una completa mascota indefensa incapaz de morder?

Entre canapés de huevas de caviar me deleitaba pensando en todo aquello, observando a la gente de mi alrededor esperando aquel deseado momento, el momento en que sus reacciones cambiaran avisándome así de la inminente llegada del nuevo desconocido. Y aquel tan ansiado instante había llegado, observaba las expresiones de la gente que tan sólo viraran sus miradas a la puerta para ver a aquel indeseable anciano con una despampanante belleza, justo antes de mirarlo y deleitarme de aquella angelical figura que hacía su entrada a aquel mundo de riqueza y falsedad.

La primera impresión que tuve fue que sentí que no era más alto que yo. Su tez deslumbrante era algo más clara que la mía y tenía un cabello rubio platino, corto por la parte derecha de su perfecto rostro redondo, dejaba caer un flequillo ondulado sobre su ojo izquierdo quedando por encima de unos labios carnosos que brillaban al sonreír. Tenía un aura que desprendía inocencia y sensualidad por cada poro cada vez que mostraba aquella perlada dentadura. Sus ojos eran entre sinceros y atrayentes con aquel leve maquillaje negro que hacía su mirada profunda y llamativa. Captaba la atención de todo el mundo mientras les daba una reverencia a todos y cada uno a los que saludaba de una manera cortés y muy educada. Venía dando su apoyo a aquel decrépito señor que se sostenía aparte con un bastón de la más exquisita madera, mientras este lucía su nueva conquista como un trofeo del que presumir.

Ahora entendía porqué tanto cuchicheo, el chico era realmente un rival digno de competir conmigo por la atención en aquel lugar. Tanto, que sonreía al pensar como mi puesto como el chico flor de todas las veladas por venir se vería eclipsado por su insuperable hermosura.

- Han Hyun Ming cariño...

Mi amante me agarró del brazo para que la acercara lentamente hacia su anciano amigo y acompañante. Lo saludó efusivamente, diciéndole cuanto lo extrañaba, maravillándose posteriormente por la hermosa criatura que lo acompañaba, elogiándolo sin reservas, haciendo que este mismo chico ahora visto de cerca fuese aún incluso mucho más impresionante y atrayente a la vista.

- Encantada señora... mi nombre es Kim Junsu...

La voz entre ronca y algo aguda sonaba como una sinfonía de notas de la más exquisita pieza musical, mientras con una reverencia se presentaba después de darle un beso en la mano a mí amada señora. Pero hubo algo en él que me hizo sentir incómodo en el interior, como si de pronto su presencia alertara mis sentidos avisándome de que me mantuviera apartado de todo aquello, que no tuviéramos más que ver con ellos dos; y sobretodo por aquel chico.

El punzamiento posterior que sentí después mientras analizaba mis propias sensaciones, fue el instante de ver como besaba la mano de mi amante. Sólo fuera un segundo, pero sentí y vi como me miraba fijamente con sus expresivos ojos color chocolate, haciendo de eso como un lapsus, un espejismo que se disipó cuando dirigió sus atenciones de nuevo a SoHee al volver a su posición erguida. Algo no me gustaba.

- Encantado... soy Kim Junsu...

En mi ensimismamiento con mis propios pensamientos revolviéndome el interior, fue su voz y no la de otra persona la que me distrajo, lo miré y vi que me ofrecía esa sonrisa tan dulce y amable que portaba desde que entrara por la puerta, abriendo su boca, mostrándome esa fila de dientes perlados y brillantes que poseía. Me tragué mis extrañas sensaciones, dejando que mi cuerpo reaccionase sólo, por inercia, haciéndole una reverencia, mostrando mis respetos al conocerlo.

- Un placer... soy Jung Yunho...

Le sonreí de vuelta y vi algo en él que sólo podía notarse a través de su mirada fija en mí, como si supiera perfectamente lo que estuviera pensando en ese mismo instante, haciendo que al contrario de sentirme incómodo con la velada, fuese a cada rato más interesante.

Sólo habláramos lo necesario y cortés del momento, aquel señor tenía demasiada gente a quien saludar, al igual que mi amante. Nos regocijamos de nuevo al obsequiarnos con otro saludo y despedida, mientras socializábamos entre toda  aquella gente. No entendía como podía ser posible, que tan sólo unos minutos de charla y miradas compartidas me hubieran dejado tan intrigado y pendiente de un completo desconocido. Sonreía divertido mientras proseguía al lado de mi amante mientras sin siquiera notarlo mis ojos desobedecían mi propio comportamiento. Siempre que se me escapaba una mirada y lo buscaba entre la concurrida sala, me fascinaba de que él también miraba en mi dirección ofreciéndome una sonrisa levantando su copa y brindando en la distancia conmigo. En ese momento sentía como todos a mí alrededor desaparecían al verlo a él, una conexión extraña se hizo entre ambos y desde ese instante supe que no sería la última vez que nos encontraríamos.


-x-


En mi mente había permanecido durante días, semanas. La cara de aquel chico incluso se introducía en mi cabeza cuando mantenía relaciones sexuales con SoHee. No lograba entenderlo y tampoco quería comprenderlo. Me sentía confundido y atraído al mismo tiempo. Pero no me podía permitir el tener pensamientos sobre alguien a quien de lejos se le veía igual que yo.

Ambos éramos dos jóvenes oportunistas sin pudor que se habían propuesto un mismo camino y eso era incompatible para ambos. No existía el amor para mí, ni siquiera pensaba en ello. Mi meta en la vida siempre había sido el dinero y conseguirlo de la manera más rastrera que podía existir en el planeta; aprovecharme de una vieja anciana, ganarme su confianza y luego ser el primero en su lista de herederos.

Ya lo tenía todo, tan sólo me faltaba esperar a que el tiempo se la llevase de mi lado convirtiéndome en un adinerado joven heredero con un próspero futuro.


-x-


Fue un fatídico día entre semana mientras yo estaba trabajando en la empresa de mi amante que recibí una llamada de ella llorando, anunciándome la muerte de aquel amigo soltero de oro que había pasado a mejor vida.

Realmente fingí estar triste, simplemente por mantener mi primer puesto en su lista, sería fastidioso mientras estuviera afectada por quizás, semanas o meses, pero una vez terminase su luto todo volvería a la normalidad.

Sonreí nada más descolgar y un flash de aquel teñido chico viniera a mi mente. Sentí lástima por un segundo, preguntándome a mi mismo que habría pasado si yo me hubiese encontrado en la misma situación que él, sin siquiera tener la posibilidad de acceder a su fortuna. Torcí mis labios haciendo una mueca, quizás sería mejor así, no volver a verlo sería la solución a aquellos sueños y alucinaciones tan pesadas que todavía de vez en cuando hacían su aparición en mi mente sin permiso y tanto me descentraban.

Verle en el entierro sólo sería un mal trago momentáneo y jamás lo volvería a ver en la vida.


-x-


Allí estaba de pié ante la puerta del panteón familiar sin más herederos que poder ocupar aquella construcción para el descanso eterno. SoHee y yo nos encontrábamos cerca de él, mientras sostenía las cenizas de aquel señor con una expresión de tristeza en su rostro ligeramente humedecido por las lágrimas que derramara por la muerte de aquel que no lo había incluido en el testamento. Aquel viejo decrépito había donado toda su fortuna a obras de caridad y asociaciones, cediendo las empresas de su propiedad al gobierno. Era fastidioso ver sus expresiones, sólo de verlo me entraban escalofríos de pensar si el testamento de mi amante también tenía una lista igual. Tenía que asegurarme de que yo sería el único heredero y que nadie aparte de yo mismo se llevara todo.

Al terminar el entierro los asistentes que tanto frivolizaban las noches anteriores y le hacían peloteo por su belleza lo dejaron solo en aquel lugar, sólo mi amante y yo permanecimos allí por los lloriqueos de SoHee mientras no podía creerse como su tan buen amigo pasaba a otra vida y no lo vería jamás.

Le intenté convencer que fuéramos a casa y allí descansar mientras tanto para no permanecer en tan frío y húmedo lugar como aquel cementerio. Pero al darnos la vuelta sentí como se ponía rígida y volvía su mirada atrás. Yo pensaba que era por echarle un último vistazo a aquel lugar, pero cuando viré mi rostro, vi como aquella angelical figura andaba de vuelta a sabe dios donde dejando el panteón mientras limpiaba sus lágrimas con sus dedos. Fue una imagen tan descorazonadora que hasta yo mismo sentí romperme en trocitos, SoHee sintió lo mismo.

- Niño... ¿No tienes a donde ir?

Junsu levantó la cabeza algo sorprendido y sonrió con un deje de tristeza en ella, negando y luego asintiendo, diciendo que tenía un amigo con el que quedarse en la ciudad, que no se preocupara a la par que le agradecía por ser demasiado amable como para preocuparse por alguien como él.

Esas palabras me hicieron abrir los ojos, la treta que más efecto hacía en los corazones de las mujeres, el dar pena de manera humilde. Una belleza sin parangón abandonado a su suerte y con la mínima posibilidad de que pudiese ser visto entre nuestro rango de sociedad, era como poner un delicioso pastel con el olor más embelesante delante de los ojos en la repisa de una ventana, para que cualquier ladrón tuviera la tentación de no dejar pasar una oportunidad así.

Lo vi claro, aquel chico se había propuesto encontrarse otro benefactor, mi benefactora.

Lo atravesé con mis ojos al momento de darme cuenta de sus intenciones, cuando SoHee cayó como mosca en azúcar y lo abrazó ofreciéndole cobijo después de él estar negando durante un rato su ofrecimiento. Se abrazó a ella utilizando la pena, siendo lo más rastrero posible, convenciéndola cada vez más de que él tendría que ir con nosotros utilizando la psicología inversa.

Él levantó su mirada mientras era abrazado y arrullado por ella. Dirigió su mirada a mí y sonrió de una manera malvada guiñándome el ojo posteriormente. Lo miré fiero y desafiante, ni él ni nadie se atrevería a tocar el dinero que me pertenecía a mí después de tanto trabajo y dedicación.

Aquello sólo era el principio de una lucha entre dos por la atención y posesión por la fortuna de aquella mujer.


-x-


Después de días viviendo bajo el mismo techo la relación entre ambos sólo se había vuelto una lucha de miradas y de poder de convicción sobre SoHee. Aquel endemoniado rubio era extremadamente afectuoso, mucho más cariñoso e hipnotizante con su voz dulce, por lo que muchas veces la atención de mi amante se posaba solamente sobre él haciendo que sintiera como mi territorio fuera cada vez más y más reducido.

Me sacaba de mis casillas y no evitaba mostrarle mis frías expresiones hacia él cuando no estaba ella por medio. Siempre que me lo cruzaba lo evitaba, no quería perder el control, mis formas ni mis modales al ver como ese ser rastrero se apoderaba poco a poco de mi reinado. Daba gracias a dios que SoHee todavía me requería para el sexo solamente a mí, donde daba el máximo de mi potencial. Sabía que él escuchaba tras la puerta, oh si, seguía cada detalle de mi rutina diaria, se fijaba en cada detalle de mi comportamiento con ella y él lo superaba para que esa falta de sexo entre ambos sólo fuera a cada instante más apetecible y deseada por ella, dejando mi sensualidad masculina a un lado, ganando su androgínia cada vez más morbosidad en cada ámbito de lo sexual.

¿Que se sentiría al hacerlo con un chico con una apariencia tan hermosa o más que la de una mujer? No sería probar el hacerlo con el mismo género, pero sí daría una idea de que era ser poseída por un ser tan bello. Podía ver eses mismos pensamientos cada vez que la veía mirarlo fijamente mientras estábamos tumbados en la cama juntos haciéndole compañía mientras ella estaba enferma por un catarro, cada vez más constante con los cambios de tiempo repentinos propios de la estación otoñal.

Él acurrucado en su pecho escuchaba divertido como ella se quejaba por no poder recuperarse de aquella tos que le molestaba últimamente y le impedía asistir a eventos.

Yo tumbado a su lado le acomodaba el pelo de su flequillo mientras la miraba a los ojos y sonreía.

- Amada mía... que importan los eventos... es preferible que te pongas buena y luego muestres tu mejor aspecto después...

Mis afectuosos besos en su mejilla solo hicieron que suspirase y empezase a acariciar el pelo de aquel chupatintas del que tanto se había encaprichado. Este levantó su mirada y abalanzándose sobre ella, apoyó su mano sobre mi brazo y agarrándolo la miró, sorprendiéndome después siendo tan afectuoso que la llenó al igual que yo de besos, tan efusivamente, que llegó a besar mis labios rozándolos suavemente.

Se había atrevido a tocarme por unos segundos, que hizo que me apartase de golpe mostrando mi sorpresa y tensión. Despegó sus labios de ella y luego fue subiendo su mano por mi brazo destino mi hombro mientras me miraba y me decía que me besara sin querer con cara de pena pidiéndome perdón.

Me miró fijamente durante unos segundos donde veía que mentía como un bellaco, aunque no me hacía falta verlo en sus ojos. Su mano se deslizó de tal manera que erizó mi piel y volví a sentirme más incómodo queriendo que dejase de rozarme, por lo que aparté su mano con un golpetazo. Lo que él quería.

SoHee me miró con el ceño fruncido y me ordenó que le pidiera disculpas, que como bien había dicho Junsu no había sido su intención. La miré con severidad y luego fruncí mi ceño al tener que tragarme mis malas palabras, para pedirle luego disculpas de la forma más seca y sin sentimiento que podían salirme de dentro.

Pero aquello sólo hizo que SoHee me llamara en alto por mi nombre con un tono poco agradable y apartara mis brazos de ella al sentarse en la cama.

- Pídele perdón de manera educada... ¿Acaso no te enseñaron nada de modales?

Los 2 respondimos a la vez sentándonos en la cama, yo traté de convencerla que se tumbase pero ella apartó mis manos con manotazos y se cruzó de brazos esperando que obedeciese lo que me pedía. Respiré hondo aguantando mi mal humor y cabreo apretando mi mandíbula fuertemente, bajé mi mirada y suspiré calmándome, no podría echarlo todo a perder por aquel ínfimo detalle tan sumamente importante, que podría costarme parte del a herencia. Debía de obedecer.

Levanté mi cabeza y lo miré, suspiré de nuevo mientras miraba a las sábanas y levanté al fin mi rostro mirándolo a los ojos.

- Lo siento... por mi comportamiento... espero que puedas perdonarme...

Vi una medio mueca evitando sonreír victoriosamente de forma ladeada y llevó su mano a la mía apretándola fuertemente.

- Yo... no tengo nada que perdonar... sólo espero que podamos limar asperezas tu y yo... realmente quiero ser tu amigo...

Acariciaba mis manos y bajaba su mirada mientras observaba como se entrelazaban nuestros dedos. Levantó la mirada y me miró fijamente después con un rostro totalmente angelical sonriendo y mirando avergonzado a las sábanas de nuevo posteriormente.

Yo tragué saliva, aquellas tretas se le daban de muerte. Utilizaba su hermosura y "pureza" como algo devastador. Tanto que conmovió a SoHee y me pidió algo que sólo fue el inicio de todos los problemas que estaban por llegar.

- Quiero que hagáis las paces con un beso...

Miré la cama y noté como Junsu ladeaba su rostro todavía cabizbajo para recibir en su mejilla uno de mis besos. Pero a medida que me iba acercando veía como sus mejillas estaban sonrosándose. Me llamó la atención. Fui acercándome lentamente y dubitativo de si ese sonrojo era real o no cuando SoHee me hizo parar de sopetón al decirnos que no quería ese tipo de beso.

- Yunho... en los labios...

La miré asombrado, realmente me estaba pidiendo que besara a otro hombre. No sería mi primer beso con un hombre, pero realmente no quería besarle ¿Porqué tenía que hacerme eso?

Volví mi mirada a la de él y sus ojos profundizaron en todo mí ser, me miró fijamente y se acercó levemente mientras levantaba su rostro. Yo llevé dudosamente la mano a su rostro y le aparté un poco ese flequillo acariciando su mejilla, quería ver su mirada completamente fija en mis ojos. Mi interior sintió un vuelco al ver como aquel sonrojo se hacía más profundo y como su boca se abría levemente para darme entrada a su cueva húmeda. Eses labios se volvían más apetecibles cada vez que me acercaba a ellos cerciorándome luego de que aquel roce por segundos era sin duda lo más sabroso que había probado nunca antes. Sólo juntamos un poco los labios en un suave beso, pero lo suficientemente intenso para acelerar mi corazón por el resto del día.

Una especie de mal estar confundido por quizás otra cosa que me revolvía el interior había empezado a nacer desde ese instante entre ambos.


-x-


Los días pasaban, más lentos o más despacio dependiendo de los eventos que se nos acumulaban en la apretada agenda de SoHee. Fiestas de premier VIP de películas, invitaciones a aperturas de tiendas, como eventos en la casa azul nos hacía asistir a banquetes y simples festejos de la alta sociedad. Esta vez nuestra amante en común iba del brazo de ambos, de dos chicos apuestos que despertaban la envidia de cuanto se encontrara a nuestro alrededor. Pero por mucho que me costase admitirlo, el único que llamaba la atención de todos era él, dejándome a mí en un segundo plano, como si ya fuese un antiguo juguete del que ya nadie quería prestar atención.

Aunque no lo pareciese, cada vez sólo quería encontrarme rodeado de gente, era insufrible estar en casa cerca de él desde aquella noche. Sentía que necesitaba que todos lo acapararan a él, ofreciéndole todas las atenciones para mantenerlo alejado de mí. Aunque por difícil y contradictorio que sonase, sentía extrañas cosas cuando SoHee o cualquier otra persona se tomaba las confianzas suficientes para un inocente roce o una mirada algo profunda que dejaba entrever las intenciones obvias que él provocaba en todo el mundo.

Todo aquello me hacía sentir drenado mentalmente, pasaba tanto tiempo pendiente de que nadie tuviese la amabilidad de brindarme su atención que me había descuidado incluso en mi comportamiento con todo el mundo. Ahora ya no era el amante amable y bello, que era Junsu, yo me había convertido en el arisco y frío acompañante de pegote, ya que ni siquiera SoHee me prestaba el mínimo apego estando en público.

Después de uno de los tantos eventos de aquella semana en el Festival de cine de Busan, nos dirigimos a la casa propiedad de nuestra amante. Aquella casa con apeadero propio, aparte de poseer una playa privada; tenía las habitaciones más grandes y más alejadas del resto de las casas que poseía SoHee.

Me encontraba deshaciendo el nudo de mi pajarita blanca que había lucido en la velada. Miraba por mi ventana distraído de cualquier cosa que pasara en mi cuarto cuando sentí como unas manos se deslizaban por detrás y venían subiendo por mis costados hasta llegar a mi pajarita y deshacer el nudo, desabrochando posteriormente varios botones con una soltura increíblemente magistral.

Junsu introdujo sus manos por ese lugar rozando mis pectorales con sus dedos, a la vez que me besaba detrás de mi oreja haciéndome sentir de nuevo aquello, que con el ligero roce de sus labios me había provocado en los pantalones abultándolos al instante de nuevo, como aquella maldita noche.

Mordió el lóbulo de mi oreja de la misma manera que intentara días posteriores, provocándome, sintiendo mis más bajos instintos alterarse y llenarse de deseo carnal que sólo él conseguía provocarme con cada simple roce.

- No...

Me aparté de él de nuevo, como tantas veces que había venido a provocarme. Ese maldito y sensual chico había llegado a aquella casa con las intenciones de no dejarme ser como yo era, como tenía que ser; irrumpiendo en mi mente a cada momento, en cada sueño, cada noche en la casa; siempre que nos encontrábamos solos me buscaba y yo siempre me negaba... o al menos lo intentaba.

Volví a sentir sus manos en mi cintura, su cabeza se apoyó en mis hombros y habló. Si tan sólo hubiera podido hacerle callar con un bocado, devorándome sus labios sin parar, dejándome llevar por aquello que tanto me llamaba, dejaría ese sufrimiento a un lado. Pero mi fuerza de voluntad todavía era persistente en no dejarse embaucar por aquella criatura diabólica.

- Yunho... sé que quieres esto tanto como yo... ¿Porque te sigues negando a ti mismo que te atraigo?... ¿Dime que es lo que te ata?... Sabes perfectamente que deseo cada parte de ti... te necesito dentro de mí...

Era tan sensual y convincente en sus palabras que sentí flaquear mientras cerraba mis ojos, notaba sus manos de nuevo adentrándose dentro de mi pantalón acariciándome el latiente miembro que despertaba a cada instante. Sus labios al hablar rozaban la piel de mi oreja a la vez que su aliento tibio humedecía la zona notando aquella humedad que tanto deseaba ultrajar con mi lengua al poseerla. No lo soportaba, tenía que ser fuerte.

Apoyé mis manos en el cristal de aquel ventanal que me mostraba el apeadero iluminado, humedeciendo con mi propio aliento el frío cristal que nos protegía del frío aire que avecinaba el inicio del invierno.

- No lo hagas... por favor... deja esto...

Apretaba mis ojos sintiendo un placer recorrer mi cuerpo con sus toques. Cerraba mis puños y terminé apoyando mi cara en aquel cristal sintiendo como no podía aguantar más al sentir su lengua pasando lasciva por detrás de mi oreja, provocando que me escapara un gemido traicionero de mi garganta. Quemaba tanto que no pude soportarlo más y me aparté del cristal repentinamente agarrándolo a él de sopetón, haciendo que pegase un fuerte golpe contra el cristal al ser incapaz de controlar mi propia fuerza al pegarme contra él, estrujándolo con mi cuerpo ardiendo.

Me moría de deseo, de tal manera que agarré su pantalón y se lo deslicé forzadamente con fuerza hacia abajo incluso con el cinturón puesto, escuchando como se quejaba por el golpe y mi brusquedad posterior.

Vi como alargaba su mano al botón y la cortina empezó a cerrar la ventana impidiendo que la luz entrase; mientras yo lo arrastraba de aquel frío material adentrándonos en la oscuridad del cuarto, una lujuriosa oscuridad donde aquella noche conseguí desfogar todo lo que guardaba dentro.


-x-


Los días que siguieron estaban cargados de lujuria, una lujuria inexplicable de la que éramos incapaces de desprendernos. Como si de una droga se tratase, sentía ese mono que se siente cuando deseas algo y falta, al que no puedes acceder y por el que el cuerpo tanto ansía por la situación o el momento que frenaba a que no pudiéramos desatar nuestra pasión juntos.

Nuestra relación hacia el exterior había mejorado, sonreíamos más y ambos mostrábamos nuestra gran amistad en todos y cada uno de los eventos a los que estábamos invitados con SoHee, incluso ella parecía deleitarse por el cambio de actitud de ambos, pareciendo como si nos sincronizáramos; como si hubiera una simbiosis que ahora nos hacía tener harmonía entre los dos.

Mis ojos se perdían admirándolo, lo controlaba, cada expresión, cada mirada, su sonrisa. Todo lo que mostraba a los demás, esa fachada que le hacía ser un niño bueno, un ángel entre seres humanos comunes, la que utilizaba para mentir al mundo y la misma que me hacía sentir más que los demás; ya que él sólo se mostraba tal y como era solamente a mi.


-x-


El invierno ya había llegado trayendo el frío ambiente a aquella casa de piedra que nuestra amante en común disfrutaba cuando las navidades se acercaban. La época del año donde más melancólica se ponía pensando en sus seres queridos que ahora no estaban. Siempre pasaba las horas muertas en el sofá viendo doramas o calcetándome un jersey como si de un nieto se tratase; pero ese año aparte de añadir otro supuesto nieto en su colección, una sombra de tristeza se había ceñido en el ambiente. Su amigo que siempre la visitaba por navidades ya no lo haría más.

Junsu y yo tratábamos todo lo que podíamos el complacerla pero su tristeza era tan honda que apenas quería de nuestra compañía. Sobretodo después de parecer tan sumamente unidos, de limar las asperezas que en un inicio nos enfrentaban, estábamos tan complementados que daba la sensación de que el hecho de que nos lleváramos tan bien parecía que le daba cierta envidia.

Sudorosos, con nuestros alientos humedeciendo el ambiente, podía ver como el calor que emanaba de su cuerpo chocaba con el mío en aquel cuarto. Junsu que estaba todavía a horcajadas encima de mí con mi miembro todavía en su interior, posó sus manos en mi pecho y yo sólo podía cerrar los ojos mientras disfrutaba de aquel orgasmo al que me hiciera llegar ya tantas veces y de distintas formas. Era un maestro en la cama, demasiado adictivo, me tenía completamente hechizado, totalmente a su merced.

Escuché una risita juguetona por su parte y noté como se posaba sobre mi pecho tapándonos para que el calor no se perdiese entre las frías paredes de piedra de la habitación, haciendo que lo arropase entre mis brazos en un abrazo. El sonido de sus labios besando mi pecho y mi cuello, mi respiración alterada, además del sonido de la madera estallar al ser quemada en la chimenea hacían de eso un momento mágico.

Era ya de madrugada, el silencio era algo que se apoderaba de todo y más desde que ambos nos propusiéramos aumentar la dosis de pastillas de SoHee por las noches. Me sentía tan aliviado de tensión, tan extasiado que podría fácilmente caer presa del sueño, pero había algo en mi cabeza q rondaba desde hacía tiempo, y no lograba sacármelo de dentro.

Le dejé hacer conmigo lo que quería mientras le acariciaba la espalda con mis yemas. Abrí mis ojos y apretando mis labios solté mi pregunta provocando que parase de besarme por un instante.

- ¿Cómo conseguiste ablandar el corazón de aquel viejo amigo de SoHee?... ¿Cómo lo conociste? Ese señor era demasiado reservado... me cuesta comprender cómo pudo dar con un chico como tú.

Junsu dejó mi pecho por un momento y levantó su cuerpo mientras se apoyaba en las sábanas. Me miró con una ceja levantada y luego sonrió.

- Eso... ¿Acaso importa?

Diciendo eso se acercó a mi boca para darme un beso en los labios pero me giré mirando al lado. Intentó acercarse de nuevo a mi boca y yo le tapé la suya como respuesta inmediata. Cerré mis ojos y suspiré al sentir como fruncía su ceño y apartaba mi mano de su boca.

- ¿Por qué?... sabes que me muero por probar tus labios de nuevo... vamos... no seas así...

Me aparté de nuevo pero él apoyó su mano al lado de mi cabeza impidiendo que me moviera un centímetro más. Yo lo miré con el ceño fruncido desafiante al mismo tiempo que él con sus orbes chocolate clavándome su mirada mostrando su descontento; mientras tanto se acercaba lentamente a mi cara sin sacar los ojos de mí.

Yo actué rápido volcándolo sobre la cama y agarrando sus manos mientras volvía a mover mis caderas haciendo que él cerrase los ojos por el dolor que le provocaba todavía mi duro pene.

Me recoloqué sobre él y lo miré a los ojos después de provocarle un gemido. Me acerqué tanto como pude a sus labios y susurré.

- Porque no beso a nadie en los labios...- gemí al notarme listo para otra tanda de sexo- por eso no dejo que nadie los toque... es algo personal...

Poco importó aquello, volvimos a estar calientes como perros en celo haciéndolo una y otra vez aquella noche. Mi relación con Junsu se basaba prácticamente en eso, sexo; y aunque en realidad no le dijera toda la verdad a Junsu, sí era cierto que no dejaba que nadie me besase, ni siquiera SoHee; pero al contrario de lo que le dijera a Junsu, sí me moría por besarlo a él, pero dar ese paso sólo podría traernos más problemas, yo no me podía permitir enamorarme de alguien.


-x-


Pronto el invierno empezó a decir adiós y ya llevábamos meses teniendo aquella secreta relación. Cuando salíamos del país a algún evento con SoHee, hacíamos escapadas nocturnas para divertirnos y mofarnos de la gente. Teníamos algo en común y se llamaba amor por el dinero, a ambos nos encantaba salir de los sitios sin pagar, siempre obteniendo el favor de la gente que conquistábamos por separado, ya fuera comiendo o bebiendo; éramos como dos sanguijuelas que se habían encontrado en el momento y tiempo exactos, creando un complot del que sólo disfrutábamos ambos.

Todo estaba tan bien planeado que no esperábamos que algo inesperado surgiera en ese acuerdo que ambos habíamos aceptado.

Los celos.

Me carcomían por dentro cuando veía como descaradamente se ligaba a cuanto ricachón o viuda se le cruzaba. Sentía mis músculos contraerse, haciendo que la bilis de mi vesícula subiese a mi boca provocándome esa acidez propia que provocaban los celos. Amargura seguida de una increíble obsesión con mi propia posesividad sobre él. Me sentía como impotente al ver como yo aceptara no amarlo y como él sacaba partido de cuanta oportunidad tuviese para divertirse en nuestro deporte de engañar a la gente.

Sentía rabia, demasiada para ser contenida, por lo que cada vez que lo hacíamos la brusquedad reinaba en mis embestidas. Me sentía tan desgraciado por no querer admitir que lo amaba que un día no lo pude soportar más.

- No quiero que te acuestes con nadie más...

Junsu medio giró sorprendido por mi afirmación a modo de orden y me miró a los ojos como no comprendiendo porqué le pedía cosa tal, abriéndolos como platos posteriormente al ver mi estado; luego se echó a reír. Tenía el pelo alborotado, la camisa medio fuera de los pantalones y la corbata desatada colgando del cuello.

Aquella noche yo irrumpiera en su cuarto, había esperado horas desde que lo dejara irse con un joven rico de tez de porcelana y rasgos tan bellos como los de una mujer. Me sentía tan inseguro con todo aquello que pedía a gritos ser comprendido, lo malo era que no sabía expresarme con claridad.

Al ver como me miró mi cuerpo se encendió, soltando aquella bestia de los celos de mi interior haciendo que lo empotrase contra la pared provocando de él un quejido de sus labios.

Me sentía tan mal al hacerle daño que sólo podía machacarme mentalmente con todo aquello. Lo miraba sintiendo rabia, molestia, incomprensión y sobretodo culpa al ver cómo yo mismo actuaba. Era incapaz de querer aceptar que me tenía loco, loco de celos, locamente enamorado, prendido de todo su ser; obsesionado con que me amase solamente a mí. El corazón me latía a cien por hora sintiendo su aliento, notando como forcejeaba para sacarme del aprisionamiento que mi cuerpo tenía sobre el suyo. Pero no podría evitar que ni siquiera el aire lo rozase, era un ser posesivo hasta para eso.

¿Pero cómo hacerle comprender mis sentimientos sin tener que decir aquella odiosa palabra? Aquello por lo que siempre dijera que no era para mí. Que yo no había nacido para eso. Miraba sus ojos fijamente cambiando gradualmente desde el estado de furia, pasando por el de impotencia hasta el de súplica. Sus orbes color chocolate me miraban todavía asustados, pero cada vez con menor intensidad, como pareciendo comprender lo que mis ojos le decían. Lo que con palabras me sentía inútil al pronunciar.

Le quería, lo amaba, era todo para mí y por eso mismo me tenía así.

El sólo hecho de pensar que otro lo había tocado minutos antes hacía arder mi sangre, tanto que juraría estar llorando lágrimas rojas en ese momento en que lentamente se acercó a mi, respirando mi aliento y torpemente fijando sus labios a los míos de forma tan apasionada, que solamente se podía escuchar como las narices de ambos respiraban todo el aire que éramos incapaces de tomar por tener los labios sellados.

Sentí una presión en la parte posterior de mi cabeza, una leve caricia posterior y un agarre de sus piernas en mi cintura cuando lo traje conmigo de camino a la cama. Lo posé de la manera más delicada que pude y acaricié su rostro. Mi cuerpo actuó sólo, pero no como antaño, ahora mis actos estaban llenos de cariño, de dulzura y sobretodo amor. Un amor que le profesaba, que me negara a admitir y que al fin después de meses de lucha interior, hiciera mella en mí, volviéndome débil ante todos mis sentimientos.

No quería ocultarlo más, no podía. Deseaba tanto sus besos y tratarlo de aquella manera tan amorosa que me dolía el pecho al sentirme dichoso. De mis ojos no paraban de emanar lágrimas de felicidad al sacarme ese peso de encima, al por fin abrir mi corazón a alguien, alguien con quien tan bien me complementaba. Alguien que sólo podía verme a mí tal cual era.

Entre jadeos la ropa voló por los aires más rápido que mis propios sentimientos invadían mi cuerpo llenándolo de dicha. Desnudo debajo de mí con sus piernas ya rodeando mi cintura era la sensación más impresionante que podía imaginar. No dejaba de besarle ni de acariciarle con mis manos el rostro, soltando a cada rato pequeños besos en su cara perfecta.

Mi chico, sólo mío.

- Ah...

Ese quejido me hizo recordar todavía lo poco acostumbrado que lo tenía con mi largura y grosor. No era un experto en temas de sexo homosexual, actuaba por instinto y aún con todas las veces que lo habíamos hecho sabía que la lubricación era lo más importante, por eso mismo nunca lo penetrara a menos que el presemen estuviera ya goteando en mi miembro o embadurnara de mi saliva su entrada.

- Lo siento...

Sentí como su mentón se apoyaba en mi hombro y negaba con su cabeza. Él tenía más experiencia, pero jamás me diera pautas a seguir, siempre había preferido que yo actuara por inercia aún sin lubricante, por lo que mi cuerpo desease, aunque eso le costase algún que otro escozor.

Lo embestía sin parar escuchando su aguda voz pronunciar mi nombre de aquella forma tan sensual que me hizo perder pronto la cabeza, olvidándome del dolor que le provocaba aquello sin siquiera preparación. Cerraba mis ojos al adentrarme dentro de él, sintiendo como la fricción poco a poco dejaba de escocer de aquella manera dando paso al placer que pronto nos inundó a ambos.

Pocas embestidas más pude darle ya que al meterme en su interior casi al límite, derramé mi semilla con un deseo de hacer disipar ese temor de ser rechazado por él al tenerme tontamente enamorado como me tenía. Me desplomé encima de él y le besé los labios de nuevo, lentamente mientras respiraba su aliento tibio entrecortado todavía por aquel orgasmo. Lo miré desde mi altura, no podía tenerme más loco.

- Te amo Junsu -hice una pausa para hundirme en su cuello al sentir como me abrazaba- maldita sea... te quiero tanto

Me aferré con fuerza a su cuerpo sintiendo esa posesividad que tanto me dominaba mientras lo volvía a besar por cada trozo de carne que se me ponía delante con brusquedad; y levanté mi rostro para mirarlo. Le acaricié la mejilla y luego le agarré la cara con un poco de rudeza para que me mirase a los ojos.

- Por favor, no te acuestes con nadie más... no creo que sea capaz de soportarlo...

Sus ojos chocolate se fueron entreabriendo lentamente y me miró fijándolos sobre los míos. La espera de su respuesta me partía el corazón. ¿Que haría con mi vida si se negaba? ¿Cómo podría soportar el hecho de que no me podría querer jamás? De que todo aquello no fuera si no un pasatiempo, que el que se había entretenido conmigo sin siquiera profundizar en el asunto, sólo sexo para pasar el rato, o por que le gustaba la sensación de follar con alguien tan inexperto en el campo homosexual como yo.

Mi cabeza daba miles de vueltas pensando en que su tardanza en decirme algo sería una negativa por su parte, sólo provocando que mis músculos se tensasen más.

- Yo... tampoco quiero que te acuestes con nadie más...

No esperé a que me dijera lo que sentía por mí, la tensión de mi cuerpo se desvaneció y mis expresiones faciales se relajaron consiguiendo que mi ceño se frunciera, pero no de enfado, no, de dicha, a tal punto que de mis ojos emanaron lágrimas de felicidad. No las podía parar, caían solas. La mano de Junsu dulcemente me limpiaba el rostro y yo sólo supe pedirle perdón mientras lo besaba. Él siempre tan delicado conmigo incluso cuando yo era un animal, debía de aprender mucho de él.

Aquella noche lo volvimos a hacer, de nuevo sin lubricante, tal cual lo sentía pero esta vez fue Junsu quien dominó la situación. Por una vez había parado mis instintos dominantes y posesivos, haciéndome sentir como un cachorrillo falto de cariño, un cariño que él llenaba con sólo una caricia llena de ternura.


-x-


No sabía si agradecer al cielo o si era solamente la suerte de un par de tontos, que las semanas posteriores SoHee estuviera prácticamente débil y metida en cama todo el día debido a aquel catarro mal curado. Pero no requirió a ninguno de los dos para practicar el sexo.

Yo volviera a mi rutina de trabajo después de las vacaciones del nuevo año lunar y Junsu se quedaba en casa cuidando de ella mientras estudiaba para terminar la carrera de Farmacia que estaba cursando.

Desde que aquella noche me confesara de la forma más patética, siempre estaba sonriendo. ¿De verdad aquello era el amor? No sabía porqué, pero me encantaba estar enamorado. Ahora que SoHee había aumentado su medicación y dormía más horas durante el día teníamos más tiempo para ambos, tanto era así que ya no nos escondíamos en los cuartos para estar acaramelados los dos solos. Veíamos la televisión juntos, cocinábamos juntos a veces y estábamos besándonos donde nos placiera. Por primera vez en toda mi vida, con él me sentía un nuevo yo mismo, sin fingir.

Aquella noche hacía dos meses desde que nos habíamos hecho pareja por lo que le había comprado un detalle que sabía que le encantaría. Estaba tan emocionado al saber que era un presente para alguien por el que profesaba tal cariño y amor que me tenía en una nube; no veía el momento de llegar a casa para tener una humilde velada a la luz de las velas.

Pero fue al llegar a casa que todas las luces estaban apagadas, me sorprendió de primeras pero luego sonreí al pensar que quizás él también me tenía preparada una sorpresa. Entré en casa con mis propias llaves y vi el recibidor apagado, todo en silencio e incluso sensación de frío en el ambiente.

Me sorprendí de no ver nada de lo que mi mente romántica esperaba y subí las escaleras hacia mi cuarto para dejar las cosas, con la intención de ir posteriormente al cuarto de Junsu. Sin embargo, una risotada procedente de más lejos me hizo virarme y dirigirme a donde se escuchaban susurros.

Tragué saliva pensando en lo que podría encontrarme detrás de la puerta del cuarto de SoHee y la abrí lentamente, casi sin hacer ruido, observando con temor lo que podría estar allí pasando.

Junsu estaba metido en la cama, fornicando con aquella señora que una vez me tenía como el único semental de los dos. Miré horrorizado aquella escena, sintiéndome romper en trozos muy pequeños. Junsu que una vez me prometiera no volver a acostarse con nadie estaba manteniendo relaciones sexuales con SoHee a mis espaldas. Delante de mis ojos estaba penetrándola haciendo que empezara a gemir como una loba, de una manera que conmigo no había hecho en mucho tiempo.

No sabía como me sentía en ese momento, sólo pude parpadear con mis ojos inundados de lágrimas y salir por la puerta introduciéndome de nuevo en la oscuridad de aquel pasillo.

Como sin vida escuchaba aquel alboroto detrás de la puerta, incluso lo escuchaba a él, como hacía eses sonidos que sólo habían deleitado mis oídos tantas veces anteriormente. ¿Por qué tenía que ser esa noche? ¿Acaso se estaba burlando de mis sentimientos?

Mi cuerpo respondió al fin llevándome por aquella oscuridad hacia el cuarto de Junsu donde como un zombi me senté en la cama, escuchando sin parar una y otra vez el placer que recibía esa mujer de él. De su cuerpo, sus embestidas, sus besos y las caricias que me pertenecían, haciendo que mí sangre hirviera.

Él que una vez me había prometido no volver a tocar a nadie excepto a mí, ¿Porqué estaba ahora rompiendo aquella promesa?

Mi cabeza daba vueltas pensando si de verdad me había querido durante este tiempo o si también se confesara de verdad y no fuera por el miedo que le provocaran mis reacciones. Las reacciones de un ser tan posesivo como yo.

Me quedé mirando el vacío fundiéndome con él. Ya no sabía ni cómo me sentía, tenia mi cabeza haciéndome tantas preguntas a mí mismo que sólo pudo provocar un dolor fuerte de cabeza mientras con mi mano apretaba ese regalo que le había traído para él.

-

Después de minutos, escuché como unos pasos se acercaban a donde me encontraba encendiendo la luz después, sacándome de mi ensimismamiento y cerrando los ojos al sentir aquella luz iluminar la habitación.

Tanto fue que me molestó el hecho de que hubiera follado con aquella vieja, que mis ojos aparte de cerrarse de golpe por la repentina luz, mi sangre empezó a hervir más y más llegando a todas mis venas heladas del shock al haberlo visto con ella. Abrí mis ojos lentamente cuando escuché como me llamaba y se acercaba a mí que apreté lo que tenía entre las manos mientras miraba a un punto perdido en aquel cuarto.

Vi su silueta con albornoz por el rabillo del ojo, mientras mi respiración se volvía pesada impidiendo que el oxigeno llegara correctamente sin hacerme enloquecer. Pero fue su toque en mi hombro que hizo que apartase su mano de mí y me levantara de golpe separándome yo de su lado.

El silencio reinó durante unos minutos hasta que al fin habló.

- ¿Nos has visto verdad?

Metí mi mano en el bolsillo para esconder su regalo y levanté la vista mirando por la ventana. De que servía afirmar su pregunta, a veces no necesitaba palabras para expresarme, él parecía entender a las mil maravillas mi reacción.

En parte esperaba una respuesta sincera, al menos una de las que yo esperaba "Te he mentido", " No te quiero", "Sólo eres un pasatiempo para mí". Pero estaba tan sorprendido por mi comportamiento que quizás mi propio corazón no creía creer lo que mi mente pensaba y le estaba dando una oportunidad para que pusiese una disculpa coherente a tal desfachatez.

Sentí como sus brazos rodeaban mi cintura y su cabeza se apoyaba en mi hombro.

- Lo siento... pero tuve que hacerlo.

Sólo sentí mi sangre arder otra vez más, pero esta vez si reaccioné. Solté su agarre de mi cuerpo y di la vuelta completamente mirándolo con los ojos acuosos. Me mentía, lo sabía.

Lo empujé abriéndome paso entre su cuarto volviendo a sentir un agarre por su parte. Tiré de mi brazo para recuperarlo, no quería llegar a más aquello, era mejor dejar de tener ilusiones de que podría amar a alguien. Al verlo acostarse con SoHee me hizo caer de nuevo en la realidad, una en la que el amor no estaba hecho para personas como nosotros.

- Suéltame...

Insistí pacíficamente, no quería que eso llegase a las manos. Pero no me soltó, no, volvió a agarrarme suplicando que le escuchase y que no me fuera pero cuando sus labios me besaron en el cuello sentí una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo por lo que dejé que aquella bestia que contenía en mi interior saliese empujándolo hasta la pared y agarrándolo fuertemente del albornoz.

Su quejido fue más sonoro, mostrándome que aquel brusco arrebato había hecho que lo dañase. Lo miré con rabia aprentando mi mandíbula con los ojos fijos sobre él y lo volví a empujar con frustración mientras apretaba mis dientes abriendo la boca. Mis lágrimas pronto bajaron por mi mejilla y yo sólo pude decir.

- ¿Porqué esta noche? ¿Porqué Junsu?... ¿Sabes que no puedo pensar que nadie más te toque?... ¿Sabes lo que fue ver como lo estabas haciendo con ella? ¿Tienes alguna idea de cómo me sentí de vacío pensando miles de gilipolleces?... No puedo soportarlo, no podría jamás si tú me abandonas o me engañas con otra persona... No ahora que eres mío.

Cerré mis ojos y apoyé mi cabeza en su hombro abrazándolo con fuerza cuando sentí su empuje y lo vi a él llorar al igual que yo mirándome con ojos fieros, dándome después una bofetada. Llevé mi mano a mi cara y lo miré desconcertado.

- ¿Acaso no ves que yo también odio cuando tocas a otra persona? piensas que el único celoso en esta relación eres tú... ¿Porqué te crees que te buscaba tanto siempre? ¿Porqué la besé aquel día?... Por que te amo tanto...

Sus ojos hipnotizados miraban mis labios y andaba hacia mí haciendo que yo retrocediera. Se veía como yo no era el único muerto de celos y de posesividad.

- Mi rango de obsesión es mucho más alto que el tuyo... sólo que lo demuestro de otra manera- me miró a los ojos suplicante y le escapó la primera lágrima pegándome en el pecho después- ¡Maldito seas Jung Yunho!... daría mi vida por ti...-posó sus manos sobre mi rostro y me besó los labios tan apasionadamente que me hizo flaquear-  Sería capaz de acostarme con ella tan sólo por conseguir el no separarnos jamás...-susurró mientras apoyaba su cara en la mía respirando mi aliento y acariciándome el rostro con el suyo- ¿Que te crees que hago mientras tú no estás conmigo?... Cuidarnos a ambos...

Llevé mi mano a su rostro para limpiarle las lágrimas y tragué saliva, miraba sus ojos de cerca sintiéndome tan sumamente débil. Realmente nunca esperara que hubiera hecho eso por mí. Me sentía tan culpable por mi comportamiento, tan infantil e inmaduro...

- Yo... sí que no quiero que te acuestes con nadie... ni siquiera con SoHee -me miró a los ojos fijamente endureciendo su mirada- o te mataré...

Lo miré sorprendido por su confesión, se me heló la sangre mientras volvía a besarme apasionadamente. Me volvía loco, sumamente demente de amor y pasión que era como una droga adictiva que no me dejaba vivir. Se colgó de mí haciendo que cayésemos en la cama desatando aquello que él llamaba su obsesión por mí, poseyendo mis movimientos mientras se sentaba encima de mí desatando su albornoz y rasgando mi ropa descubriendo mi pecho que respiraba con dificultad.

Desde de su altura acarició mis pectorales y se sentó de nuevo rozando mi miembro bajo mis pantalones todavía; de una forma sensual sonreía y me miraba a los ojos, acarició su cuello llamando la atención de mis ojos al ver un collar que jamás se lo había visto. Entre gemidos por el roce se sacó el collar y me lo entregó colocándolo en mi cuello como muestra de que no se había olvidado de aquella noche, de lo que significaba. Me emocioné y pronto recuperé aquella cajita con el anillo que le había traído con la fecha y nuestras iniciales en él. Se lo puse mientras sonreía conmovido viendo como me devolvía la sonrisa, regresando posteriormente a mí de nuevo para darnos un beso tierno desatando nuestra pasión al haber declarado oficialmente el amor por el otro.

Podría jurar que en ese mismo instante, mientras Junsu montaba a horcajadas sobre mí; sentí como él había estado dominando todo mi ser desde el momento que nos conociéramos. Yo ya no era el dueño de la relación, él había estado cuidando en silencio de ambos mientras yo estaba ciego. Jamás nunca nadie fuera así conmigo, lo que hizo que al contrario de sentirme temeroso, me sintiera halagado y completamente lleno al saber, que nunca nadie podría, con ese gesto de compartir regalos tales; separar los lazos que nos ataban al otro tan asfixiantemente.


-x-


Tan sólo saber que Junsu estaba sólo en casa con SoHee me ponía enfermo, no pensaba, no podía centrarme en mi trabajo y siempre miraba mi móvil para ver si Junsu me había mandado un mensaje o si había llamado para hablar los dos, pero al final siempre terminaba llamándolo yo para saber si hacía cosas o no. Aunque sabía que las hacía con mi consentimiento ya que ahora nuestra amante en común lo solicitaba sola y exclusivamente a él no podía evitar tener celos como un obseso.

Dolía tanto aún así el compartirlo que incluso había influido en mi comportamiento con ella.

No la trataba igual, ni le hablaba igual. Apenas podía controlar mis sentimientos y sabía que en sus ojos se podía observar decepción y alguna otra cosa más que le hacía preguntarme que me pasaba cada vez que me quedaba sólo con ella.

Siempre trataba de evitar con todo lo posible que requiriera cualquier cosa de mí, incluso una conversación. Ahora ni siquiera el dinero que me hiciera unirme a ella tenía la mínima importancia. Pero aún así me martirizaba estando en aquel mismo edificio metido en mi cama escuchando como ambos fornicaban en la habitación de ella.

Pero fue una noche inesperada durmiendo en mi cama que sentí como se adentraban en ella. Yo incrédulo me dejé tocar y acariciar pensando que era mi chico cuando escuché la voz de SoHee en mis oídos pronunciar mí nombre.

Me senté y tragué saliva, no quería que me tocase; pero se aferró a mí y beso mi oreja y mi cuello para luego depositar un beso en mi mejilla y susurrarme al oído.

- Te tengo olvidadísimo... lo siento cariñito... mañana quiero que seas tu quien venga a mi cama... te estaré esperando.

Al escuchar eso sólo pude asentir y mirarla mientras intentaba sonreír viendo como se iba con una sonrisa en su rostro destino a mi puerta donde Junsu le sonreía. El rostro de éste último cambió drásticamente clavándome sus ojos después de que SoHee desapareciera.

Sabía lo que sus ojos me decía, lo que aún con sus palabras llamando a SoHee "amada" me transmitía. Estaba sentenciado ¿Que podría hacer?

-

El día siguiente transcurrió más pesado de lo habitual. Aunque siempre se me hacían eternas las mañanas y las tardes en el trabajo debido a mis constantes pensamientos sobre qué estaría haciendo Junsu, aquel día mis sentimientos estaban comprimiéndome el pecho pensando que podría hacer con lo que pasaría de noche.

Por una vez en mucho tiempo no quería llegar a casa. Pero como todo en esta vida, era imposible parar el tiempo o saltarte la peor parte, había que enfrentar todo lo malo que se interponía en nuestro camino.

Nada más llegar a casa pude reconocer la figura que se presentó delante de mí mientras me sacaba los zapatos y me ponía las zapatillas para entrar en casa. Con sus ojos fijos sobre mí me miró con furia, me atravesaban hasta el alma sintiéndome culpable con sus palabras.

- Hoy... SoHee quiere pasar la velada contigo.

Sus palabras secas y faltas de comprensión me hirieron profundamente, no por su rudeza al hablar con esa voz ronca, no, sólo por el hecho de que iba a decepcionar la promesa que le hiciera de no tocar a nadie más.

Bajé mi mirada cerrando mis ojos y suspiré mientras me levantaba y me ponía a su altura para darle un beso en los labios, pero giró la cara en el último momento sintiéndome más culpable aún. El que se enfadara de aquella manera me dolía tanto que no sabía como poder complacerle después.

Agarré sus manos y se las besé acariciando con ellas mi cara. Realmente no quería que SoHee descubriese el pastel, si yo metía la pata ahora podría salirnos caro y mandar todo aquel trabajo a la mierda.

- Igual que tu te esfuerzas por que ella no note nuestra relación, te pido, por favor- dije con un deje de tristeza- que entiendas mi situación... si me niego podrá sospechar y he bajado muchos puntos con ella... si ella me lo pide tengo que ir...

Acaricié su rostro haciendo que su seria expresión pasase a una más triste en cuestión de segundos. Me miraba suplicándome que no lo hiciera, incluso me hizo retroceder escondiéndonos en el hall de entrada de los ojos de cualquiera que se le ocurriese pasar.

- No quiero que lo hagas... no puedes hacerme esto...

Hundió su rostro en mi pecho y yo lo abracé, las manos se aferraron a mi cuerpo y yo sólo le dejé hacer. Mentiría si en ese momento sus celos me hicieron sentir solamente que lo decepcionaba, una ola de satisfacción al ver como estaba obsesionado conmigo de aquella manera que lo ponía tan tenso y muerto de celos me hizo sonreír levemente. Realmente había encontrado un ser tan retorcido como yo.

Pronto sus labios se acercaron a los míos y con fuerza me agarró de la ropa empujándome, pegándome a la pared haciendo que me quejase levemente por aquel golpe. Mordió mis labios succionándolos después, tirando de ellos con sus dientes y provocándome una leve herida con un pellizco que hizo sangrar mi labio inferior.

Me quejé por el escozor al sentir como mi sangre empezó a brotar levemente, intentando llevar mi mano a la boca para ver cuanto sangraba. Pero me paró en mi propósito cuando introdujo su mano dentro de mis pantalones haciendo que aquel escozor se fuera olvidando en mi cabeza y sólo sus manos fueran lo que me hacía vibrar en el interior.

- Recuerda... que eres mío... no dejaré que jamás nadie te separe de mí- lamió mi oreja- piensa en esto mientras estés con ella... ah... piensa sólo en mí...

Su voz susurrante y excitada me llevó al limbo perdiendo la noción del tiempo e incluso donde me encontraba. Cuando consiguió que mi miembro se pusiera erecto y mi cuerpo excitado lo suficiente se separó de mí lentamente repitiendo "Piensa sólo en mi" dirigiéndome posteriormente hacia la puerta del cuarto de SoHee y cerrándola tras de sí haciendo que al ver su figura tumbada en la cama mis pensamientos y mis ojos sólo lo vieran a él.

-

Aunque su tacto no fuera el mismo, seguía embelesado por aquellos toques. Fácilmente mi cabeza sólo pudo verlo, escucharlo y sentirlo a él. Mis ojos cerrados recordaban cada movimiento, cada mueca cuando yo le introducía mi largura y grosor en su interior. Sus manos me tocaban sólo a mí y aunque su boca no tuviera el mismo sabor, mi mente ocultaba todas las evidencias de quien se encontraba bajo mi cuerpo.

Embestida tras otra daba placer a mi chico mientras mis labios no dejaban de explorar aquella cueva húmeda que tanto gemía mi nombre. Un tacto singular faltaba entre los dos abdómenes, por lo que mi mano palpó la zona sin encontrar nada. Proseguí y pronto noté como mi cuerpo quería terminar con aquello, estaba a mi límite, tan cegado que no me di cuenta de que mi mente habló por mis labios cuando me corrí finalmente en su interior.

- Junsu...

Dije entre dientes, apretando mis ojos y tumbándome encima de mi acompañante. No quise abrir los ojos, simplemente me volteé y posé mi espalda al lado de ella.

Sus manos recorrieron mi pecho, acariciando mis pectorales y posando su cabeza en ellos, notando como enredaba entre sus dedos el collar que Junsu me había dado.

No pronuncié palabra martirizándome mentalmente por mi descuido, pidiendo al cielo que el éxtasis de la situación le impidiese escuchar lo que había pronunciado mis labios. Esperé a que se durmiera con el calor de mi cuerpo y no tardé en respirar aliviado.

Pasó el tiempo mientras tumbado mirada el techo esperando el momento adecuado para irme de allí. Cuando noté que estaba lo suficiente dormida aparté su cuerpo del mío y la arropé. Justo en ese momento la miré pensando en cómo había cambiado mi vida con sólo la llegada de Junsu a esa casa. Mi cuerpo sintió un escalofrío, era todo tan diferente, a tal punto que mi chico había eclipsado totalmente lo que para mí era lo único en esta vida. El dinero.

¿De verdad merecía la pena vivir de aquella manera con esa mujer? Quizás sería arriesgado dejarlo todo, pero sentía unas ganas tremendas de empezar solos una nueva vida. Ya no me importaba el no tener recursos, vivir en un cuchitril lleno de ratas y humedad si sólo disfrutaba de su dulce compañía.

Sonreí como un idiota acercándome de nuevo a SoHee para darle un beso en la frente. Aquella señora que tanto cuidara de mí la echaría de menos, pero era el momento de dejar las cosas atrás.

Salí de aquel cuarto más feliz que una perdiz a decirle a mi rubio que estaba dispuesto a dejar todo por él, que no fingiera más y que nos fuéramos de esa casa de inmediato. Abrí la puerta de su cuarto y lo encontré tumbado durmiendo se encontraba. Suspiré quizás con algo de decepción al no ver cómo esperaba por mí ansioso y celoso como yo había esperado aquella noche que lo viera con SoHee.

Me encogí de hombros dándole la menor importancia y me acerqué a él. Me senté delicadamente en la cama y con mi mano le aparté el flequillo algo húmedo de la cara. Lo miraba embobado acariciándole el rostro, era tan hermoso que parecía un ángel entre aquellas sábanas blancas. Me daba tanta pena despertarlo que decidí deshacerme de mi ropa y meterme con él. Así lo hice mientras nos arropaba a ambos, pero la tentación era tan grande que al final sólo me centré en que abriera aquellos preciosos ojos y me mirase con ellos.

Sonreía mientras notaba como su cuerpo durmiente comenzaba a despertar con mis caricias y besos en su rostro que cuando los abrió por completo me sonrió de vuelta y yo me volví como un cachorrillo a su lado. Acaricié mi nariz con la de él y le besé dándole los buenos días.

- Pero si es de noche...

Gruñó y yo me deleité al ver como fruncía el ceño cerrando los ojos, con un puchero se fue quejando levemente para que lo soltase. Era cierto que me encantaba ser una lapa y pegarme a él en plan romántico y cariñoso. Desde que nos volviéramos pareja yo era tan cariñoso como un osito de peluche, me encantaba abrazar y dar calor a mi chico mientras este dormía entre mis brazos.

- Para mí son siempre buenos días cuando te tengo conmigo.

Podía ser algo cursi a veces pero así me sentía con él. Hice que me mirara algo traspuesto y luego me pegara sonriendo ya que a él las cursiladas le gustaban poco. Le besé en los labios y me acomodé encima de él.

Deslicé mi manos por dentro de su albornoz desatándolo mientras bajaba por su costado hasta llegar a su muslo y abrirme paso entre sus nalgas para intentar ser algo más gentil, pero Junsu paró su mano, negando.

- Ya sabes cómo me gusta... sé rudo y salvaje...

¿Por qué hacía que siempre perdiera el norte cuando me hablaba de esa manera tan lasciva? Era como el botón que necesitara accionar para dejarme llevar por mí ser más primitivo. Y así fue, le despojé de la manera menos delicada posible de sus ropas, tirando de la prenda que ocultaba su piel para dejarme paso a lo que me pertenecía. Lo besé instintivamente mordiendo por todos lados, dejando ese osito de peluche a un lado convirtiéndome en una pantera que no hacía otra cosa que marcarlo más de lo que ya estaba. Era mío.

-

Después de aquel tan íntimo momento juntos, me recosté con él mientras le besaba en el hombro lamiendo uno de mis arañazos. Tenía por costumbre que cada vez que le arañase no utilizase otra cosa aparte de mi propia saliva para "curarle".

Era todo tan perfecto que en mi inocencia no supe callarme la boca y decir lo que tantas ganas deseaba por contarle.

- ¿Te encanta que seas todo para mí verdad?- sonreí y le besé al sentir como se reía sin emitir sonidos- no veo el momento de estar solos tu y yo... no quiero fingir más... no quiero estar más con nadie que contigo... Junsu... vayámonos de todo esto...

Mis besos prosiguieron por cuello mientras lo volteaba y me pegaba a él de nuevo caliente como un perro en celo, moviendo mis caderas incitándolo a que me dejara pasar otra vez a su interior. Pero notaba tensión y algo que me hizo pararme. Levanté mi mirada y lo vi allí con su ceño fruncido mirándome fijamente. Se acercó a mí con sus ojos fijos, parecía querer destrozarme con ellos, partirme en dos por lo que tan pronto como vi su mano con el anillo que le regalara moverse contra mí cara la paré y le miré desconcertado. ¿Que intentaba hacer?

- ¡Como puedes hacerme esto desgraciado! después de todo este tiempo ahora te rindes cobarde.

No entendía nada, y menos aún cuando Junsu me volteó quedando encima de mí pegándome sin parar. No entendía que sucedía ¿Que había pasado? Aquellos golpes no eran simples golpes, me pegaba con toda su fuerza en la cara lo que hizo que mi instinto saliera protegiéndome como podía de sus golpes. ¿Que había dicho? ¿Que había hecho para que se pusiera como una fiera?

Lo paré y lo volteé quedándome encima agarrándole los brazos. Lo miré con los ojos abiertos como platos cuando sin previo aviso empezó a chillar.

¿PERO PORQUÉ CHILLABA?

- Calla... Junsu... Que....

Intentaba por todos los medios que no pronunciase palabra alguna por lo que puse mi mano en su boca e intenté que cerrase el pico. Lo miraba repitiendo sin parar que se calmase y que dejase de chillar. Pero forcejeaba tanto que caímos al suelo ambos de estar rodando por la cama. Me puse de rodillas y le agarré el tobillo para pararlo en su intento de escapar de mí provocando que cayese de morros al suelo.

No había sido mi intención, pero tenía que callar, o de aquella nos encontrarían de aquella manera.

En un movimiento rápido agarré el cinturón de su albornoz y se lo llevé a la boca para que dejase de chillar y me escuchase sólo a mí para hacerlo entrar en razón. Pero en aquella posición tan comprometida de ambos tiraros en el suelo, con Junsu cara al suelo y con mi mano agarrando el cinturón en su boca acallando sus alaridos, y su otra mano agarrada por la mía; escuchamos unos pasos y un sonido de algo romperse en frente de nuestros ojos. Haciendo que levantase la vista y viera a SoHee allí delante de ambos mirando horrorizada aquella escena.

En ese momento la pesadilla solamente había comenzado.


-x-


Todo pasó tan rápido desde aquel instante que mi corazón sólo pudo romperse en trozos cada vez más pequeños a cada momento. Junsu no sólo negara nuestra relación al habernos hallado de aquella manera SoHee, si no que me acusó de abuso sexual lo cual me hizo ir directo al juzgado.

Las semanas pasaron lentas y rápido. Era incapaz de conciliar como en sólo cuestión de meses pasara de formar parte de la Jet Set de Corea a ser un violador. Repudiado por todos y juzgado a 5 años con una deuda de 10 millones de won por indemnización de daños psicológicos y físicos contra Junsu me hicieron ir directo a la cárcel.

Mi vida que fuera truncada por un engañabobos al que realmente había creído cuando me dijera que yo le pertenecía, que me amaba. Me tiró como un pañuelo usado de la peor manera. Para su propósito, yo sólo había sido un monigote al que manejar, como un títere al que manejó hasta el último instante saliendo sus planes tal y como los había preparado. Una marioneta de la que reírse para conseguir su objetivo, el que una vez sintiera nada más conocerlo y por el mismo que ambos luchábamos fieros.

Me sentí tan hundido que ni siquiera fui capaz de defenderme en la corte, todos los cargos fueron directos a mí, no había manera posible de probar que no lo había forzado o violado ya que tenía secuelas y marcas posteriores de lo que yo pensé en su momento sexo salvaje. Y SoHee que una vez me adoraba como un nieto, me miraba con tal cara de asco que jamás se me borraría de la mente.

Una buena época en la sombra sería un castigo no merecido, el que un tonto iluso merecía por haber sido engañado.


-x-


Los años pasaron en aquella mazmorra que tenía por residencia haciendo trabajos comunitarios; ya que todas las pertenencias que había obtenido bajo el ala protectora de SoHee habían pasado directamente a Junsu. Mi cuenta corriente había sido vaciada para pagar parte de la deuda y me pasaba los días trabajando duramente para terminar de pagar todo el dinero que quedaba.

No había pasado un sólo momento en que llorase recordando cuan incrédulo y débil me había vuelto por haberme dejado llevar por lo que una vez creí algo real. Ni siquiera aquella vida llena de frivolidad tendría que haber sucedido. Me maldecía una y tantas veces por todo que sólo sabía renegar del pasado sin conseguir avanzar en mi propia vida.

Ni siquiera cuando cumplí condena fui capaz.

Mis años en prisión habían hecho que mi expediente saliera al instante de que buscaran información sobre mí. No encontraba trabajo, ni siquiera tenía el apoyo familiar. Y aunque tenía que seguir trabajando duramente para seguir acumulando el dinero, mi infortunio parecía no tener fin. Aún después de haber sido condenado tantos años, todos me juzgaban como en su momento lo habían hecho. Como un criminal.

Y fue en un momento dado, después de meses de búsqueda viviendo en un cuchitril cualquiera lleno de ratas y humedad, que un familiar, uno de los pocos que me quedaban; se puso en contacto conmigo para ofertarme un puesto de ayudante en su empresa de fontanería. No tenía experiencia, no poseía ni siquiera las habilidades suficientes para desempeñar cualquier puesto de trabajo que cualquiera podría hacer, pero aquello fuera sin duda lo único que me podía ayudarme a seguir adelante.

-

Pasaron los meses y comencé a acompañar casualmente a mi tío a las casas para ver su trabajo como ayudante. Aunque no me dejaba hacer apenas nada, sí me enseñaba poco a poco como desatascar tuberías o arreglar los grifos que perdían agua. Aprendía lentamente un oficio que jamás en mi vida de playboy había pensado realizar. Pero pronto tuve q vencer a mi inexperiencia al afrontar toda la responsabilidad de aquel negocio en el momento en el que la enfermedad atrapó a mi tío, haciendo que los problemas que había acarreado lo tuvieran que tener de baja durante un tiempo.

El periodo que pasó desde que tuve que enfrentarme al negocio de mi tío hasta que yo empecé a acostumbrarme a aquella responsabilidad fue eterno. Desde ese mismo instante fuera yo el único responsable de todo aquello, me ocupaba de las cuentas a final de mes, de conseguir el dinero suficiente para pagar las facturas y controlar todo el negocio en sí.

-

Una mañana temprano como cada lunes tenía llamadas en el contestador, ya que nadie se ocupaba de organizarme la agenda, era yo y no otro quien planeaba mi jornada laboral. Tenía citas urgentes como averías de tuberías que podrían pasar en el momento más inesperado; pero otras como ya citadas donde tendría que revisar las calderas para el invierno que se aproximaba.

Aquel cliente era uno de los más importantes que mi tío tenía desde hace años, la primera vez que me enfrentaría a un reto de tal envergadura. Después de todo sería la primera visita para controlar la caldera de aquel rico adinerado Sr. Kim que tan embelesado tenía a mi tío. Aquello sin duda sería un reto que afrontar, ya que encontrarme de nuevo con la riqueza sería como una terapia que me ayudaría a dejar mi anterior vida atrás.

Tantos meses habían hecho que me convirtiera en alguien mejor, sentía nuevas sensaciones al tener un trabajo, una responsabilidad y sobretodo una vida nueva. Sin embargo, el pasado no se puede borrar, ni siquiera pretender que no se tuvo. En realidad pensaba que el destino me ponía a prueba, que sólo quería hundirme en la miseria haciendo que regresase sin saberlo de nuevo junto a él.

Al aparcar la furgoneta me maravillé de aquel Chalet de dos pisos que tenía frente a mis ojos. Era espacioso, de grandes ventanales, invitando a que mi curiosidad empezara a surgir deseando con todas mis fuerzas el poder verlo por dentro.

Me acerqué a la puerta y timbré, haciendo que al instante la gran puerta de forja se abriera dejándome paso al interior. El jardín estaba decorado y cuidado hasta el último detalle con un gusto exquisito, lleno de toques minimalistas preservando las raíces de la cultura asiática con un jardín Zen en medio.

Paseé por los caminos de piedra caliza del suelo mientras observaba como delante de mí se imponía la casa de un color blanco pulcro. La puerta de la entrada al edificio blanquecino se abrió y yo me apresuré. No quería envidiar todo aquello, no quería volver a ansiar una vida así, mi vida anterior tenía que quedar en el pasado.

Al entrar la sirvienta me acompañó hasta donde tenían la caldera y estuvo controlando cada uno de mis movimientos mientras revisaba que todo estuviera en orden. Revisé todo y le di el visto bueno mientras limpiaba mis manos de engrasar algunas cosas que estaban secas. La sirvienta me lo agradeció, pero no entendía el porqué de su nerviosismo. Pensé lo peor, que me reconociese por algún periódico o algo por lo que procuré no darle mucho trato y procedí a irme cuando su voz me lo impidió pidiéndome que por favor revisase el grifo de la ducha de su jefe.

Asentí a su petición ya que eso aumentaría los ingresos, por lo que la acompañé al primer segundo piso donde abriéndome la puerta, me encontré con el cuarto y única habitación que allí había. El habitáculo era una enorme habitación con sala de estar, sin paredes divisorias más que las del baño, ni cortinas; donde sólo la luz del sol entraba directo a iluminar aquel tan espacioso lugar.

Yo admiré todo mientras la sirvienta me señalaba que fuera directo a la entrada de piedra que allí había hacia el baño. Asentí y ella se fue del cuarto dejándome con el ruido de lo que parecía la ducha. Me acerqué con el cajón de las herramientas directo a hacer mi trabajo cuando sin esperarlo, allí lo vi a él, desnudo de nuevo frente a mí bajo la ducha.

Aquél que me había hundido en la miseria, por el que tanto sufriera, el que tanto había destrozado mi interior, mis sentimientos. El mismo que me había traicionado, engañado, tratado como un perro, un vulgar juguete; aquel a quien amara de verdad, se encontraba delante de mí, frente a mis ojos.

Su aura seguía intacta después de 5 años, no había cambiado un ápice. Su esbelta figura seguía siento tan bella bajo aquella cascada que volvía a mí ese sentimiento de pureza que tanto lo hacía especial, más especial que cualquier ser del universo.

El agua bajaba por su blanca piel como había visto tantas veces, pero por alguna razón aquella nueva visión hizo que tantos sentimientos que creía enterrados salieran a flote de nuevo. El verlo ante mí hizo que mis ojos se aguasen, que mi garganta formase un nudo por toda la congoja que sintiera por ser tan desdichado por su culpa. Mi sangre se heló haciendo que al ser bombeada por mi alterado corazón llegase a cada una de las venas de mi cuerpo, sintiendo un shock posterior.

Maldita sea, lo amaba tanto todavía, aún con todo. Me hacía sentir tan débil en su presencia, tan desconsolado que moría por reprocharle una y mil veces por qué. ¿Por qué había hecho todo eso? ¿Por qué cuando lo había amado tanto? Cuando yo habría dado todo por tenerlo a mi lado, siendo el único en mi vida. Yo le pertenecía sólo y exclusivamente a él.

En ese momento vi como el sueño que yo una vez tuviera de lo quería conseguir en mi vida estaba reflejado en él. Poseía todo cuanto yo había ansiado, todo el esfuerzo que había empeñado para terminar como estábamos ahora; yo un obrero pobretón sin tener donde caerse muerto y él disfrutando de la herencia que una pobre vieja viuda le había otorgado.

Sentí tanto resentimiento, tanta impotencia en ese preciso instante, tanta, que pronto ese sentimiento desconsolado que era incapaz de curar, de sanar; cambió a rabia y odio. El odio que sentía por haberlo amado tanto fue el que hizo que reaccionase y me dirigiera de nuevo a la puerta para irme de allí y no regresar jamás.

Pero fue su mano la que me impidió moverme cuando me alcanzó antes de salir por la puerta. Su dulce e hipnotizante voz la que ordenó tanto a mi cuerpo como a mi cabeza que no me moviese de donde estaba. Como si de un embrujo se tratase no me pude mover, quieto en aquel lugar como una estatua miré al vacío a través de aquellas ventanas mientras mis ojos todavía húmedos de la impresión de verle de nuevo se quedaron estáticos mirando a la nada.

Sentir sus manos de nuevo abrazarme desde atrás, subiendo por mí pecho y aferrarse a mí era la peor tortura que jamás en los años bajo la sombra había sufrido. Sus manos cálidas, las posó en mi pecho, apretándome fuerte contra él mientras apoyaba su rostro en mis hombros. Sentí como su corazón bombeaba pegado a mi espalda. Eso me confundió, demasiado, mi cabeza ya no daba más.

- ¿Por qué...?.... ¿Por qué hiciste aquello?...

Llevé mis manos a las suyas y se las agarré sin intención de retirarlas, entrelazando mis dedos con los suyos sintiendo ese anillo que una vez le entregara con todo mi amor todavía en su dedo. Aguantaba como podía mis propias emociones, las contenía entre mi pecho y la calidez de las manos de ambos, no sabía ya ni como reaccionar. Sentía que me sobrecogían antes de que me respondiera, no sabía porqué pero sabía que lo entendería, que comprendería su punto de vista.

- Porque no podía permitirte que destrozaras todo aquello...

Sus palabras sonaron como dagas en mi corazón. Mi mentón se movía sólo queriendo aguantar las lágrimas.

- Yunho... sabes perfectamente lo que pasaría si nos dejaras a ambos en aquella situación. Sabes perfectamente como soy, tu eres como yo, sabes que te quiero, que te amo con mi vida...- me agarró más fuertemente, su voz se ahogó en su garganta, también había sufrido- Sabes... que lo que hice fue por el bien de ambos- bajé mi cabeza al escucharle mientras mis ojos derramaban lágrimas- Te abandonaría... buscaría a otro... no podría soportar vivir como nadie normal...

Me giró levantando el rostro e hizo que le mirase a los ojos mientras se acercaba y me besaba los labios. Me aferró a él tan fuertemente que no podía ni respirar. ¿Pero acaso eso importaba? Nos comimos a besos sin parar, estaba tan deseoso de él, lo había extrañado tanto. Pero me sentía tan mal que no dejaba de derramar lágrimas. Mi cuerpo respondió al fin y lo agarré fuertemente como antaño; disfrutando de los besos del otro que se me ofrecía sin reservas, tan desesperado como yo.

Rompí el beso para respirar y apoyé mi rostro en el suyo mientras con mis manos se lo acariciaba como si fuera a perderlo de nuevo. Respiré su aliento mientras cerraba mis ojos para sentirlo, sentir que su presencia era real, su cuerpo desnudo a mi lado, acariciando con mis manos su piel húmeda todavía de la ducha.

Pero aquella sería la última vez, no lo volvería a ver jamás.

Me fui separando de él mientras lo miraba con el rastro de lágrimas todavía por mi mejilla para ver como él todavía me miraba fijamente. Podía quererme como decía, no lo negaba, pero no había sido tan importante como afirmara si de verdad me quería tanto como me hacía creer. ¿Pero entonces porqué demonios llevaba todavía aquel anillo? Me tenía demasiado confundido.

Bajé mi cabeza sonriendo y limpiándome las lágrimas, no podía ser, era un iluso, Junsu era un verdadero actor, por un instante hiciera que con sus palabras y con mis sentimientos disipase momentáneamente todo el dolor que sentía.

- Yo... estaba dispuesto a dejarlo todo por disfrutar mi vida junto a ti... Puede ser que fuese un idiota que sólo pensase en que podríamos haber sido felices de verdad si tú me hubieras amado más que el dinero... No... Yo no soy como tú...

Vi como sus ojos de corderito cambiaron de golpe a los que realmente eran los suyos. Su furia por mi negativa repentina había traspuesto todas sus ideas, su forma romántica y fácil de atraerme como si fuera miel para las abejas, con su dulce aroma y palabras. Aquella palabrería ya no tenía poder sobre mí.

Lo miré tan fiero a los ojos y él respondió de la misma manera mientras yo volvía a irme por la puerta. Ya estaba, se había terminado, no volvería a verlo nunca más.

- No te atrevas a irte...

Su voz de nuevo hizo girarme, viendo como empuñaba aquella pistola con la mano derecha, con una sonrisa en sus labios. Yo sonreí de vuelta y volví a girarme empuñando después el pomo de la puerta.

Quizás sería nuestra naturaleza egoísta, tanto la mía de no perdonarle sus fechorías contra mí, como él en su empeño de controlar lo que por derecho era suyo. Sólo sabía que nuestra historia no tendría un final feliz. Y en ese mismo momento los supe cuando nos atamos de por vida en aquella habitación de la forma más trágica que ni la historia de Romeo y Julieta podría alguna vez ser comparada.

Sin previo aviso sonaron dos clicks y un posterior punzamiento atravesó mi pecho. Mi visión se volvió algo borrosa, sentí el impulso de toser al tiempo que llevé mi mano a un lugar que escocía horrores. Sangre brotaba roja como el rubí de mi interior. Manché el suelo y todo se volvió extraño, notaba perder el sentido, pero alguien usó su cuerpo como apoyo dejándome después en aquel lugar tan blanco y cómodo.

Mi visión se ennublecía por momentos hasta que sentí una gota salada mojar mis labios, mi lengua actuó sola lamiendo aquella zona ahora húmeda. La tragué mezclando el sabor salado y metálico que ahora mi boca tenía y dirigí mis ojos a aquella figura de cabellos blancos como la nieve, viendo como Junsu lloraba sonriéndome. Acariciaba mi rostro y yo sonreí, aquel ángel endemoniado nos había condenado desde el momento en que nos conocimos.

- Por qué...

Junsu sonrió y me besó compartiendo la sangre que salía por mi boca. Me acarició el rostro y volvió a mirarme con una cara que jamás me había mostrado.

- Lo sabes perfectamente cariño, no seríamos felices jamás -hizo una pausa mientras me miraba sonriendo con un deje de tristeza- ni siquiera te has esforzado en impedirlo, sabías que tenía que hacerlo, muy dentro de ti ya eras consciente... -susurró acariciándome el rostro- sabía que en el fondo no lo impedirías, desde que me has visto te has dado cuenta que esta es la única solución... te conozco demasiado porque eres como yo... mi vida, esta farsa como un trabajador más sólo fue un espejismo, tu lo que quieres sólo te lo puedo ofrecer yo y lo sabes -volvió a besarme mientras se tumbaba encima de mí dejando el arma a un lado llevando su mano libre a mi collar para agarrarlo fuertemente- tu sitio está conmigo a mi lado, no intentes ser quien no eres...

Nuestros labios volvieron a juntarse y fue ahí cuando sentí un tacto frío y duro posarse en mi mano. Mis dedos se flexionaron solos y con mis ojos vi como con su mano llevaba el control de aquella arma empuñada por la mía.

- ¿Este es nuestro cruel destino?

Mi voz sonaba quebrada, llena de miedo por lo inminente. Preguntaba con mis ojos al que siempre fuera el dueño de la relación, el que daba las pautas a seguir. Me miró fijamente sonriendo y asintió, calmando mi interior al susurrarme de nuevo creando una sonrisa en mi rostro.

- No tengas miedo amor mío, ahora podremos ser felices para siempre...

Su sonrisa iluminó todo el habitáculo. Me sentía aliviado en el fondo, en todo este tiempo no había querido admitir lo que en pocas palabras Junsu me hiciera reconocer. No mentía, yo era así y él también, por esa razón sabíamos que aquel era el único y posible final para nosotros.

Al contrario de temer lo que pasaría, me sentí valiente y convencido de que en la otra vida, en el limbo o en el purgatorio lo tendría conmigo y enteramente para mí. Sonreí al ver como colocaba la punta de la pistola en su sien derecha mientras respiraba el último aliento que mis pulmones ensangrentados me permitían, haciendo que nuestro último beso fuera el más bello que por siempre nos uniría por toda la eternidad.


FIN


**
Nota: Gracias a Alexiel por dejarme publicar su fic! ^^

Esta es una historia escrita hace un tiempo y se encuentra entre mis favoritas. Seguramente algunas de ustedes ya lo habrán leído pero siempre hay alguien que no tuvo el placer de hacerlo. Arriba en su nombre podrán encontrar el enlace directo a su blog, tanto Alexiel como Dark Lessien son buenas escritoras ;) Así que l@s invito a darse una vuelta.


Espero que lo hayan disfrutado tanto como yo, adiós~

2 comentarios:

  1. wow no lo habia leido y aunq me gusta el drama, me dio mucha pena, pobresitos u.u
    grax por publicarlo por aqui

    ResponderEliminar
  2. Dios mio... ame irrefutablemente el final.
    Odie a Junsu. (en las partes obvias e inminentemente -raro- aun al final)
    Llore con Yunho.
    Celebre a SooHe que les obligar a besarse (creo que fued e mis partes favoritas y de las mas kkdadhj eroticas)

    Dios... Carajo!! que me comi con gusto el final! y disfrute masoquistamente la trama -me saboreaba un final asi, por eso insisto; lo amé)

    Gracias por compartir ese shot, no lo habia leido, y sin duda visitare el blog de la autora. -se va dando saltos felizmente a leer mas HoSu-



    ResponderEliminar